El rey de Asiné Por Yorgos Seferis " Y Asiné ..." Ilíada , II, 560 Toda la mañana bordeamos la acrópolis primero del lado de la sombra, donde el mar verde y sin destellos, como un pavor real muerto, nos acogió bajo un tiempo sin fallas. Las venas de la roca bajaban de lo alto, desnudas cepas retorcidas, animadas por el roce del agua, y el ojo mientras las seguía luchaba por escapar del vaivén fastidioso perdiendo fuerza a cada instante. Del lado del sol una playa abierta, enorme, y la luz pulía diamantes en las altas murallas. Ninguna criatura viva, ni siquiera las torcazas, ni el rey de Asiné, a quien buscamos desde hace dos años, desconocido, olvidado de todos, también por Homero, tan solo una palabra –y aún incierta– en la Ilíada , arrojada allí como una máscara de oro funeraria. La tocaste, ¿recuerdas su sonido? Hueco en la luz como tinaja vacía en la tierra excavada; y el mismo ruido del mar en nuestros remos. El rey de Asiné un vacío bajo la máscara, y ...