Constantino Cavafis y la escritura



Lo que sigue a continuación son unas líneas de Joseph Brodsky, extractadas de el Canto del péndulo, hablando sobre Cavafis, uno de los más grandes poetas. Un poeta hablando sobre otro poeta.
La imagen que ilustra estos textos pertenece a mi amigo Ral Veroni (robada del muro de facebook de Mar dulce, su galería de arte) confesado el delito puedo decir también un poeta ilustrando a dos poetas.
Rosario Salinas

“Todos los poetas pierden en la traducción y Cavafis no es una excepción. Lo excepcional es que también gana. Gana no sólo porque es un poeta bastante didáctico, sino también porque, ya en época tan temprana como 1900-1910, comenzó a desnudar sus poemas de todo el aparato poético: imaginería suntuosa, símiles, exuberancia métrica y, como ya hemos dicho, rimas. Se trata de la economía de la madurez y Cavafis recurre deliberadamente a medios «pobres», al uso de las palabras con su significado primordial como paso suplementario hacia la economía. Así llama «verdes» a las esmeraldas y califica los cuerpos de «jóvenes y hermosos». Esa técnica es el resultado de la comprensión por parte de Cavafis de que el lenguaje no es un instrumento de conocimiento, sino de asimilación, de que el ser humano es por naturaleza un burgués y usa el lenguaje para los mismos fines que la vivienda o el vestuario. La poesía parece ser la única arma para vencer al lenguaje recurriendo a los propios medios de éste. 
El uso por Cavafis de adjetivos «pobres» surte el inesperado efecto de crear cierta tautología mental, que deja suelta la imaginación del lector, mientras que imágenes o símiles más complejos atraerían la atención de esa imaginación o la confinarían en sus logros. Por esas razones, una traducción de Cavafis es casi el siguiente paso lógico en la dirección en la que avanzaba el poeta: un paso que al propio Cavafis le habría gustado dar.
Tal vez no necesitara darlo: ya sólo su manejo de la metáfora era suficiente para que se detuviese donde lo hizo o incluso antes. Cavafis hizo algo muy sencillo. Hay dos elementos que suelen constituir una metáfora: el objeto de la descripción (el «tenor», como lo llamaba I. A. Richards) y el objeto al que aquél va unido mediante la gramática simplemente (el «vehículo»). La connotación que la segunda parte suele entrañar brinda al escritor la posibilidad de un desarrollo virtualmente inacabable. Así es como funciona un poema. Lo que Cavafis hizo, casi desde el comienzo mismo de su carrera como poeta, fue saltar directamente a la segunda parte: durante el resto de dicha carrera desarrolló y amplió sus ideas implícitas sin molestarse en regresar a la primera parte, por considerarla evidente. El «vehículo» era Alejandría; el «tenor», la vida.”


Los caballos de Aquiles

Cuando vieron muerto a Patroclo,
que era tan viril, fuerte, y joven,
los caballos de Aquiles comenzaron a llorar:
su naturaleza inmortal se indignó
al contemplar esa obra de la muerte.
Sacudían sus cabezas y agitaban sus largas crines,
golpeaban la tierra con los cascos, y lloraban
viendo a Patroclo exánime –aniquilado–
ahora una carne abyecta –su espíritu desvanecido–
indefenso –sin aliento–
devuelto desde la vida a la gran Nada.

Vio Zeuz las lágrimas de los caballos
inmortales y se entristeció. "En las bodas de Peleo
–dijo– no debí cometer tal desatino;
¡mejor hubiera sido no haberos entregado, desdichados
caballos mios! Que podíais hacer allá abajo,
entre la mísera humanidad juguete del destino.
a vosotros exentos de muerte y de vejez,
os atormentan efímeras desgracias. En sus aflicciones
os han enredado los hombres". –Pero
los nobles animales seguían llorando
por la calamidad eterna de la muerte.


Las ventanas

En estas oscuras piezas, donde paso
días pesados, voy de un lado a otro
para hallar las ventanas. –Cuando se abra

una ventana habrá un consuelo–.
Pero las ventanas no aparecen, y yo no puedo

hallarlas. Y quizás sea mejor que no las encuentre.
Quizás la luz sea un nuevo tormento.
Quién sabe qué cosas nuevas mostrará.


Ítaca

Cuando emprendas el regreso a Ítaca
ruega que el camino sea largo,
lleno de aventuras, de conocimiento.
A los Lestrigones y a los Cíclopes,
al irritado Poseidón no les temas;
no hallarás tales cosas en tu camino
si tu pensamiento es elevado, si una sublime
emoción embarga tu espíritu y tu cuerpo.
A los Lestrigones y los Cíclopes
al feroz Poseidón no los encontrarás
si no los llevas en tu alma,
si tu alma no los pone ante ti.

Ruega que el camino sea largo.
Que sean muchas las mañanas estivales;
en que lleno de placer y alegría
entres a puertos vistos por primera vez;
detente en los mercados fenicios,
y adquiere hermosas mercancías:
nácar y coral, ámbar y ébano,
y toda clase de perfumes voluptuosos,
todos los perfumes voluptuosos que puedas;
visita muchas ciudades de egipcias
para aprender más y más de los sabios.

Ten siempre en tu mente a Ítaca,
Tu meta es llegar allí.
Pero no apresures de ninguna manera el viaje.
Mejor que dure muchos años,
y viejo ya llegues a la isla,
rico con cuanto ganaste en el camino,
sin esperar que Ítaca te de riquezas.
Ítaca te dio el hermoso viaje.
Sin ella no hubieras salido al camino.
Pero ya no tiene nada para darte
Y si la encuentras pobre, Ítaca no te ha engañado.
Tan sabio como has llegado a ser, con tanta experiencia,
ya habrás comprendido qué significan las Ítacas.

Comentarios

silvia dijo…
Excelente Cavafis!! A ver si puedo regalarles otro que siempre amé?. Se llama "La ciudad" y es el epígrafe de una novela maravillosa de José Donoso, El jardín de al lado.
Dices: "Iré a otra tierra, hacia otro mar
y una ciudad mejor con certeza hallaré.
Pues cada esfuerzo mío está aquí condenado,
Y muere mi corazón
lo mismo que mis pensamientos en esta desolada languidez.
Donde vuelvo los ojos sólo veo
las oscuras ruinas de mi vida
y los muchos años que aquí pasé o destruí".
No hallarás otra tierra ni otro mar.
La ciudad irá en ti siempre. Volverás
a las mismas calles. Y en los mismos suburbios llegará tu vejez;
en la misma casa encanecerás.
Pues la ciudad es siempre la misma. Otra no busques -no la hay-
ni caminos ni barco para ti.
La vida que aquí perdiste
la has destruido en toda la tierra
"Descubrí" a Kavafis hace unos 6 años. Lo conocía como poeta pero su poesía no me había tocado hasta que lo encontré en una feria de libros al aire libre que abren en Valencia solo durante el mes de marzo. Me gustó el redescubrimiento. Parece que estoy mejor preparado ahora para leerlo. Un tono sencillo y una cadencia como los poetas de hace 25 siglos. Si el original no es así el traductor hizo un buen trabajo para imitar el ritmo de los poetas arcaicos.


Nada me retuvo. Me liberé y fui.
Hacia placeres que estaban
tanto en la realidad como en mi ser,
A través de la noche iluminada.
Y bebí un vino fuerte, como
Solo los audaces beben el placer.

La traducción es de José María Alvarez de una edición de Hiperion de 1976. La fecha no parece casual. Quizá debieron esperar a que Franco muriera para publicar en totalidad muchos de los poemas que son abiertamente homosexuales.

Kavafis tenía un sistema de trabajo muy interesante. Raramente escribía un poema de una vez. Anotaba las frases y los iba componiendo y puliendo a lo largo de los años. Cuando tenía algunos que pensaba definitivos los enviaba a imprimir en hojas sueltas. Iba acumulando estas hojas en una habitación de su casa a la que llamaba su taller de encuadernación. Cuando quería enviarle una colección a alguien seleccionaba los que le parecían adecuados.

Kavafis era un solitario que soñaba con un pasado amplio de antepasados griegos, romanos, macedonios y todos aquellos fragmentos de dinastías que dejó Alejandro a su muerte. Su gran éxito como poeta se dio en el mundo anglosajón luego de que Lawrence Durrell lo mitificara en uno de sus relatos sobre Alejandría.

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