La literatura es un despliegue de máscaras
Entrevista a Alan Pauls en el programa Siempre Libre*
Francisco Abelenda: Ya habíamos anunciado a nuestros oyentes, les habíamos dado el encargo de que leyeran la novela El pasado, de Alan Pauls, porque hoy él iba a estar con nosotros. Así que hoy vamos a hablar de esa novela y de otras cosas que teníamos ganas de preguntarle. Alan tuvo la gentileza de venir hoy al programa, así que está acá con nosotros.
Estuve pensando qué diría si tuviera que contarle a alguien quién es Alan Pauls, le diría que es guionista de cine, que es escritor, ganador del premio Herralde de novela (uno de los premios más prestigiosos en lengua castellana), también es crítico de cine, columnista del suplemento Radar de Página 12, le ha hecho reportajes a personas que a uno le da un poco de envidia... el reportaje a Paul Auster, por ejemplo o a Eric Rohmer... Pero la aparición de esta novela, El pasado, que a mi particularmente me conmovió y aunque yo pueda tener reparos sobre mi propio gusto literario, respeto el gusto de Germán García y él la recomendó calurosamente en su seminario.
Francisco Abelenda: Ya habíamos anunciado a nuestros oyentes, les habíamos dado el encargo de que leyeran la novela El pasado, de Alan Pauls, porque hoy él iba a estar con nosotros. Así que hoy vamos a hablar de esa novela y de otras cosas que teníamos ganas de preguntarle. Alan tuvo la gentileza de venir hoy al programa, así que está acá con nosotros.
Estuve pensando qué diría si tuviera que contarle a alguien quién es Alan Pauls, le diría que es guionista de cine, que es escritor, ganador del premio Herralde de novela (uno de los premios más prestigiosos en lengua castellana), también es crítico de cine, columnista del suplemento Radar de Página 12, le ha hecho reportajes a personas que a uno le da un poco de envidia... el reportaje a Paul Auster, por ejemplo o a Eric Rohmer... Pero la aparición de esta novela, El pasado, que a mi particularmente me conmovió y aunque yo pueda tener reparos sobre mi propio gusto literario, respeto el gusto de Germán García y él la recomendó calurosamente en su seminario.
Bien, James Joyce decía "cuando me presenten sólo digan Joyce", ¿vos como te definirías?
Alan Pauls: Escritor, porque todas las cosas que hago pasan por la escritura, ya sea el periodismo, la crítica de cine...
Francisco Abelenda: ¿traductor también, no?
Alan Pauls: sí, sí, en una época, cuando empezaba, fue uno de los primeros oficios a los que recurrí para ver si podía ganarme la vida así, sí, sí, pero duré poco como traductor porque es un trabajo insoportable, es una especie de esclavitud horrorosa y muy mal paga acá, muy mal paga. Para vivir de la traducción tenés que traducir dos o tres libros por mes y es una pesadilla.
Francisco Abelenda: ¿Cómo te pagan por una traducción? ¿Te la pagan de una vez o después seguís cobrando los derechos?
Alan Pauls: No, te pagan la traducción una vez y chau, se acabó. No se que pasa si otra editorial compra tu traducción para publicarla en otro país. Por ejemplo si de España compran una traducción que hiciste vos acá en Buenos Aires, no sé que pasa ahí, si llegas a un acuerdo con el editor, pero en principio te la pagan una vez y se acabó. Así que es un trabajo un poquito sacrificado. Pero básicamente todo lo que hago es estar frente a una computadora y trabajar con palabras, o sea que en realidad creo que “escritor” abarca todo.
F.A.: Sos traductor del francés al castellano, ¿verdad?
A.P.: Si, del francés al castellano, también del inglés, pero basicamente mi segunda lengua es el francés.
F.A.: Alguien dijo alguna vez que toda novela es una autobiografía y esta novela, El pasado, parece tener algo que ver con vos de una manera más directa, el personaje tiene tu edad, es traductor, etc. ¿Qué hay de autobiográfico en Rímini, el personaje de El pasado, más allá de la afirmación de que toda obra es autobiográfica?
A.P.: Hay cierta lentitud en el personaje que es autobiográfica, lo tarde que llega a todas las cosas es autobiográfica, yo llego tarde a todas las cosas... Me doy cuenta de las cosas tarde, asisto a hechos o acontecimientos que solamente me producen un efecto seis meses mas tarde, veo algo y no tengo demasiada idea de si lo que vi me gustó, me interesó, no me gustó o no me interesó... y quince días más tarde descubro que gracias a eso cambié mi manera de pensar sobre tal o cual cosa... En general entre las cosas que pasan y el momento en que me doy cuenta de que las cosas han pasado, pasa un tiempo importante, lo cual puede ser una tara tremenda, a la hora de vivir es tremenda, pero a la hora de escribir me parece que es muy interesante porque el terreno que hay entre el momento en que los hechos pasan y el momento en que los personajes se dan cuenta para mi es el momento más interesante para escribir.
Martín Pagés: Hay algunos escritores, entre ellos un ganador del premio Herralde, Jaime Bayly, Jorge Asís, vos mismo, en los que las cosas parecen más autobiográficas que en otros, ¿te parece que es necesario tener cierto nivel de egocentrismo para escribir ese tipo de libros? De repente uno vuelca en un libro algo que le pasa y, si te ponés a pensar, no es tan diferente de lo que le pasa a los demás... pero uno decide ponerlo en un papel y ponerlo a consideración...
Alan Pauls: Si, lo que pasa es que las marcas que vos podés exhibir en un libro para delatar que un libro es autobiográfico yo creo que en El pasado están totalmente borroneadas y es un libro que se puede leer perfectamente sin que el lector lo tenga en cuenta, hay gente que me conoce que por supuesto ata cabos, liga cosas, pero me parece que para mi lo autobiográfico es nada más que una materia prima que solamente tiene sentido llevar al terreno de la ficción si la ficción la deforma por completo y si ese material autobiográfico entra, cuando ingresa en la ficción, en composición con otros materiales que no son nada autobiográficos, son imaginativos o inventados o apócrifos o que vienen de la cultura o de otros libros... Solamente me interesa lo autobiográfico en la medida en que se compone con algo que me resulta completamente ajeno, que forma parte de vidas ajenas. Incluso te diría que todas las cosas autobiográficas, los materiales que hay autobiográficos en el libro, han sido tan sobre-escritos y tan manipulados y tan desfigurados que yo muchas veces cuando releo el libro o partes del libro, muchas veces ya me cuesta distinguir cuales son las cosas en el libro que me pasaron realmente a mi y cuales son las cosas en el libro que podrían haberme pasado pero que no me pasaron nunca. De hecho por ejemplo yo hice un experimento muy interesante que fue que repartí el libro en mi familia, que se supone que me conocen, se supone, y por ejemplo mi padre me llamaba cada día por medio y me decía: “No, nada que ver, nada que ver con lo que vos escribiste, no fue así para nada”, y a los dos días me llamaba y me decía: “¡No puedo creer el nivel de detalle con el que te acordáste de esa escena!” y la escena que el me decía que me había acordado con gran detalle era una escena totalmente inventada y la escena que el me decía que yo había escrito de una manera completamente arbitraria era algo que había sucedido tal cual en la realidad. Entonces, digamos, a mi me interesa justamente lo autobiográfico cuando hay ese tipo de malentendidos. Cuando un libro dice “yo” de principio a fin y el que lee dice, bueno, este “yo” es el yo que coincide con el tipo que escribió el libro, me deja de interesar... ya me parece que se convierte en una especie de testimonio, ya no es ficción, ya no es literatura. Para que haya ficción y literatura me parece que tiene que haber esa especie de contaminación...
Francisco Abelenda: También hay algunos que ponen “Yo” y después escriben cualquier cosa también, aunque pongan su nombre propio, incluso, en el personaje, no?
A.P.: Si, si, por supuesto, quiero decir, la literatura básicamente es una especie de despliegue de máscaras, aun cuando uno dice “Yo” en la literatura y confiesa algo absolutamente secreto, ya hay allí un efecto de impostura, un efecto de máscara, un efecto de “yo estoy haciendo de yo” que me parece que desbarata cualquier idea de sinceridad, cualquier idea de verdad sincera en la literatura. No hay verdad en el sentido de la sinceridad en la literatura.
F.A.: Esta novela podría pensarse como una puesta en abismo del concepto de novela de iniciación, cada capítulo sería como una pequeña novela de iniciación dentro de otra más grande, ¿vos lo pensaste así o salió así?
A.P.: No, en realidad yo pensaba que más bien la novela contaba lo que pasaba con dos personajes una vez que se moría algo que ellos consideraban esencial que era la pasión que los unía, ya que más bien siempre pensé que la novela era como una novela “post”. No una novela de amor sino una novela de lo queda del amor, no una novela de la pasión sino de lo que queda después de la pasión, o sea una novela más bien sobre restos o sobre escombros de cosas, o sea que más bien yo diría que lo que tienen estos dos personajes, Rímini y Sofía, es que tienen como una iniciación muy extraordinaria en el amor que dura desde los 16 hasta los 29 años y después se quedan sin nada, porque todo lo que hicieron, todo lo que acumularon, todo lo que aprendieron, solamente podían invertirlo en ese mundo amoroso que habían formado juntos y una vez que se quedan sin ese mundo amoroso es como si estuvieran en bolas otra vez. Como si tuvieran que aprenderlo todo de nuevo.
F.A.: En la novela no queda muy claro por que estos dos personajes deciden separarse, que ve Rímini ahí, ya que parece ser una decisión de él más que de Sofía...
A.P: En la novela se cuenta un poco la historia de esa relación, después hay una especie de agujero y cuando volvemos ya se separaron. Para mi el momento clave del estallido de la relación es cuando Sofía y Rímini están en la cama medio durmiéndose y ella con esa lucidez un poco insolada que uno tiene cuando está a punto de dormirse lo mira a él y dice “Somos una obra de arte”. Para mi ese es el momento en que la relación ya no va más. Cuando el amor se vuelve una obra de arte me parece que ya esa relación solamente puede ser contemplada o solamente puede ser admirada, pero no pueden ya vivir adentro. Entonces para mi ese es en rigor el Big Bang, es el momento en que estalla esa relación, es una relación tan autosuficiente, tan perfecta, tan hermética, tan homogénea, tan autárquica, que me parece que como sucede con esas especies que llegan a un estado de perfección y después solamente pueden extinguirse. Me parece que eso es un poco lo que pasa con la pareja, llegó a un punto de perfección tal que lo que sigue es la extinción, es como una estructura que no puede cambiar, no tiene dinámica, no tiene aire adentro y para mi esa es un poco la razón, pero bueno, la novela no lo dice, no lo explica, pero yo tenía muchas ganas de que realmente después de describir durante 80 páginas una relación que parecía perfecta, pasara directamente a la separación.
Martín Pagés: Lo del personaje de Vera y sus celos es tremendo, que me pareció demasiado ya en la escena de la nenita en el restaurante, pero sabés que sentí cierta envidia porque yo, que fui maltratado por las mujeres toda mi vida, nunca tuve una novia celosa. Y yo tampoco soy celoso o sea que me parece una experiencia que por ahí me gustaría vivirla, no tanto a lo mejor...
A.P.: Por ahí te estás reservando esa experiencia para cuando ya estés lo suficientemente maduro (risas) Por ahí supiste evitar esa situación con mucha hidalguía...
M.P.: Hace poco una ex novia me escribió y me decía que se daba cuenta de que yo no podía ponerme celoso, justamente fue a cenar con un conocidísimo escritor que no vamos a nombrar porque es casado... (risas) o sea un rival difícil, a lo mejor, para mí. No puedo ponerme celoso ni aunque quisiera.
F.A.: Vos sabés Alan, que también te hemos criticado en otros programas, yo hacía un chiste diciendo que me hubiese gustado que me pasaras el original de El pasado para que yo lo corrigiera, sacarle algunas cosas, sobre todo. Cuando se lo comenté a Germán García esto en una charla que tuve con él, fue muy cómico lo que me contestó... Yo le dije: “no se, me molesta que se utilice en la novela tantas veces la palabra verga”
A.P.: Ah, mirá vos, no sos la primera persona que me lo dice... no sos el primer hombre que me lo dice...
F.A. : ¿a las mujeres no les molesta..?
A.P.: no, me parece que es una palabra que molesta mucho a los hombres.
F.A.: Entonces Germán García me contesta imitando un acento gallego: “Eso es porque te afecta el subconsciente!” (risas)
A.P.: Para mi verga es una palabra que me parece muy apropiada, tiene una cierta fuerza, me parece... la palabra verga es como una incrustación en los libros, digo, sobre todo cuando los libros están como muy escritos, como este, entonces en esa prosa así un poco enjoyada que tiene el libro, de repente que aparezca la palabra verga es como una incrustación de diamante. A mí siempre me gusta eso, me gusta que la prosa pueda transcurrir.
F.A. : A mí me parece que debe ser muy difícil decidir que palabra usar si uno quiere contar justamente eso, entonces yo decía, bueno, yo le sacaría esta parte, esta otra...
A.P.: Pero vos pensabas en utilizar eufemismos...?
F.A.: No, sacar directamente.
A.P.: Castrar.
F.A.: Si, castrar...
A.P.: ¡No hay que andarse con medias tintas! (risas)
F.A.: Otra cosa que me pareció genial de la novela es el personaje este Riltse...
A.P.: el pintor...
F.A.: me parecía tan real que incluso lo busque por internet para asegurarme de que era un personaje de ficción... y Graciela Avram, la mujer de Germán García, me dijo que Riltse era un anagrama de otro pintor, puede ser?
A.P.: Es el anagrama de Elstir, que es el pintor de En busca del tiempo perdido...
M.P : Acá en la página 32, expresamente para molestarme, tal vez, se nombra a Klimt, Schill y Kokoschka, que en una época de mi vida eran nombrados como próceres por una ex novia mía... la Secesión de Viena, etcétera, etcétera...
A.P.: Creo que esos pintores son totalmente generacionales, son de una generación de enamorados, yo fui víctima también de esa influencia... Son todos vieneses... Pero, bueno, Riltse es un anagrama del pintor de Proust, pero creo que no tiene nada que ver con el pintor de Proust, por supuesto, solo que hay momentos en los que uno necesita cuando escribe cierto truco para poner en marcha algo, para emplazar algo y después poder seguirlo y en ese momento yo necesitaba un nombre para un personaje de un pintor y se me vino a la cabeza el personaje de Proust, cambié un poco las letras y empecé a escribir el personaje de mi pintor con ese nombre y al cabo de 10 páginas ya por supuesto el pintor de Proust había pasado a mejor vida, no, pero bueno, quedó ese rastro y algunos lectores así, perspicaces, como la mujer de Germán lo ven, pero de todos modos yo creo que no hay ninguna fecundidad en la relación entre mi pintor y el pintor de Proust. Yo creo que el pintor de mi novela es más bien una mezcla, un poco vulgar, un poco flagrante, de Bacon, y alguien como puede ser Orlan, esta artista contemporánea que transmite en video sus operaciones de cirugía plástica...
F.A.: El sick art... el arte enfermo...
A.P.: Exactamente...
F.A.: Si uno tuviera que recomendar solamente una parte y no todo el libro El pasado, uno podría decir: no lea todo lo otro, lea solamente el capítulo del recorrido de la pintura de Riltse, El agujero postizo, que es increíble, no se puede parar de leer... Ahí realmente el libro me terminó de vencer.
A.P.: (risas)
En el programa suena de cortina la canción Les feuilles mortes de Ives Montand
F.A.: Hay una escena en la que un disco rayado de Ives Montand, con la canción Les feuilles mortes, que estamos escuchando ahora, suena sin parar pautando un momento importante de la novela, ¿existe en realidad ese disco rayado?
A.P.: No... Existe el disco, que es un disco clásico de la canción francesa y ese romanticismo clásico de la canción francesa fue en algún momento un ingrediente bastante frecuente en las ceremonias amorosas de mi juventud, pero no existe esa idea de que mientras la pareja está haciendo lo suyo suena un disco rayado, porque eso ya hubiera sido un mal signo. (risas) Uno tendría que haberse puesto a pensar: Mmm, acá hay algo que está pasando que no es exactamente lo que yo pensaba y la idea en esta escena de la novela es que nadie toca la púa para que el que disco arranque y siga la canción.
F.A.: ¡Están muy concentrados!!
A.P.: Están muy concentrados... o nadie se atreve ni siquiera a tocar eso... lo que es mucho peor, es como tener una relación casi reverencial con la catástrofe.
F. A.: Hay otra escena con música, que transcurre en el lobby de un hotel alojamiento, están pagando la entrada y una cascada de agua no permite escuchar si la música que suena es Detalles u otra de Roberto Carlos... Está Rímini con su hijo y con Sofía, que parecía estar muy fea...
M.P.: no, está mal, está pobretona parece, con una ropa medio rota...
A.P.: Está mal, Sofía tiene un costado mendigo de su personalidad, aún así, mendiga y todo logra arrastrar a Rímini a un hotel alojamiento y él está con su hijo y a su vez con el cochecito, tratan de entrar los tres y el cochecito a un ascensor que es muy chico y la luz es muy mala...
M.P.: ¡Qué cagada se mandó Rímini ahí! Es esa sensación como cuando sos chico y tirás un jarrón y te preguntás para qué habré movido el brazo...
F.A. ¿El final del libro tiene algo que ver con La ciudad de las mujeres, de Fellini?
A.P.: No, la verdad que no había pensado en eso, puede ser, no se, de hecho el nombre del personaje, Rímini, es el nombre de la ciudad donde nació Fellini... Que en realidad tampoco tiene nada que ver con Fellini pero necesitaba un nombre... Yo después me enteré de que hubo un libro como uno de esos manuales de autoayuda, para situaciones así de crisis existencial o afectiva que se llamaba Mujeres que aman demasiado, me enteré después...
F.A.: Otra cosa que me habían apuntado, acerca de El Pasado, es que el hecho de contar detalles sobre la masturbación es algo que se emparienta mucho con la literatura hecha por escritores homosexuales, Jaime Bayly hace un poco esto, Vallejo, etc...
A.P.: Pero la masturbación no es patrimonio de ninguna orientación sexual en particular...
F.A.: No, claro, pero la literatura de escritores heterosexuales en general omite eso...
A.P.: Puede ser..., creo que en el libro hay ráfagas que están escritas como por una mujer, otras por un gay, otras por un heterosexual mataputos, me parece que lo interesante de escribir es también eso, no?
F.A.: En tu novela Wasabi hay un personaje que cumple un rol parecido al de Riltse en El pasado, pero este sí es real.
A.P.: Klossowski
F.A.: Pierre Klossowski. ¿Tiene algo que ver con el personaje de Riltse en el sentido de punto de fijación en la novela?
A.P.: Si, puede ser... En Wasabi lo que el personaje principal quiere es matarlo a Klossowski, tiene una especie de idea fija, no es lo mismo que pasa en El pasado. De todos modos Klossowski es un personaje real, es un escritor que a mí siempre me gustó mucho...
F.A.: Autor de Roberte esta noche, un libro que editó Página 12 en su colección La sonrisa vertical, hace mucho tiempo...
A.P.: Exactamente, y es alguien que dejó de escribir, además, para convertirse en pintor, también, eso es curioso... Y es el hermano de un gran pintor que es Balthus.
F.A.: ¿Cómo era aquello de la “hospitalidad” en Klossowski?
A.P.: Klossowski suscribía las leyes de la hospitalidad que imperaban en la vieja Roma que consistían en que había que ser realmente un buen anfitrión de los extraños y ese anfitrionazgo incluía por supuesto la ofrenda de su mujer, en realidad yo creo que Klossowski era un depravado, el máximo depravado francés... y los franceses son muy sofisticadamente depravados... Klossowski era actor también, trabajó en películas de Bresson... es un personaje muy notable. Raoul Ruiz, que es un cineasta chileno, filmó, hizo una adaptación al cine de una novela de Klossowski, la película se llama La hipótesis de un cuadro robado, que es extraordinaria, es una gran, gran película.
F.A.: Se nos acab el tiempo..! Esperamos que en otro momento vuelva a visitarnos Alan Pauls y podamos hablar más y de otras cosas...
A.P.: Me encantaría hablar de medicina con ustedes, porque las enfermedades son para mi uno de los temas más apasionantes de conversación que puede haber... Yo soy hipocondríaco además... y quisiera debatir con ustedes algunas ideas que tengo sobre la hipocondría, básicamente... Yo pensaba siempre que a los hipocondríacos les gusta cambiar de enfermedad imaginaria porque piensan que cada enfermedad es una manera de percibir el mundo diferente. Creo que las enfermedades son como drogas, drogas naturales...
M.P.: Estás en el lugar indicado...
Alan Pauls: Escritor, porque todas las cosas que hago pasan por la escritura, ya sea el periodismo, la crítica de cine...
Francisco Abelenda: ¿traductor también, no?
Alan Pauls: sí, sí, en una época, cuando empezaba, fue uno de los primeros oficios a los que recurrí para ver si podía ganarme la vida así, sí, sí, pero duré poco como traductor porque es un trabajo insoportable, es una especie de esclavitud horrorosa y muy mal paga acá, muy mal paga. Para vivir de la traducción tenés que traducir dos o tres libros por mes y es una pesadilla.
Francisco Abelenda: ¿Cómo te pagan por una traducción? ¿Te la pagan de una vez o después seguís cobrando los derechos?
Alan Pauls: No, te pagan la traducción una vez y chau, se acabó. No se que pasa si otra editorial compra tu traducción para publicarla en otro país. Por ejemplo si de España compran una traducción que hiciste vos acá en Buenos Aires, no sé que pasa ahí, si llegas a un acuerdo con el editor, pero en principio te la pagan una vez y se acabó. Así que es un trabajo un poquito sacrificado. Pero básicamente todo lo que hago es estar frente a una computadora y trabajar con palabras, o sea que en realidad creo que “escritor” abarca todo.
F.A.: Sos traductor del francés al castellano, ¿verdad?
A.P.: Si, del francés al castellano, también del inglés, pero basicamente mi segunda lengua es el francés.
F.A.: Alguien dijo alguna vez que toda novela es una autobiografía y esta novela, El pasado, parece tener algo que ver con vos de una manera más directa, el personaje tiene tu edad, es traductor, etc. ¿Qué hay de autobiográfico en Rímini, el personaje de El pasado, más allá de la afirmación de que toda obra es autobiográfica?
A.P.: Hay cierta lentitud en el personaje que es autobiográfica, lo tarde que llega a todas las cosas es autobiográfica, yo llego tarde a todas las cosas... Me doy cuenta de las cosas tarde, asisto a hechos o acontecimientos que solamente me producen un efecto seis meses mas tarde, veo algo y no tengo demasiada idea de si lo que vi me gustó, me interesó, no me gustó o no me interesó... y quince días más tarde descubro que gracias a eso cambié mi manera de pensar sobre tal o cual cosa... En general entre las cosas que pasan y el momento en que me doy cuenta de que las cosas han pasado, pasa un tiempo importante, lo cual puede ser una tara tremenda, a la hora de vivir es tremenda, pero a la hora de escribir me parece que es muy interesante porque el terreno que hay entre el momento en que los hechos pasan y el momento en que los personajes se dan cuenta para mi es el momento más interesante para escribir.
Martín Pagés: Hay algunos escritores, entre ellos un ganador del premio Herralde, Jaime Bayly, Jorge Asís, vos mismo, en los que las cosas parecen más autobiográficas que en otros, ¿te parece que es necesario tener cierto nivel de egocentrismo para escribir ese tipo de libros? De repente uno vuelca en un libro algo que le pasa y, si te ponés a pensar, no es tan diferente de lo que le pasa a los demás... pero uno decide ponerlo en un papel y ponerlo a consideración...
Alan Pauls: Si, lo que pasa es que las marcas que vos podés exhibir en un libro para delatar que un libro es autobiográfico yo creo que en El pasado están totalmente borroneadas y es un libro que se puede leer perfectamente sin que el lector lo tenga en cuenta, hay gente que me conoce que por supuesto ata cabos, liga cosas, pero me parece que para mi lo autobiográfico es nada más que una materia prima que solamente tiene sentido llevar al terreno de la ficción si la ficción la deforma por completo y si ese material autobiográfico entra, cuando ingresa en la ficción, en composición con otros materiales que no son nada autobiográficos, son imaginativos o inventados o apócrifos o que vienen de la cultura o de otros libros... Solamente me interesa lo autobiográfico en la medida en que se compone con algo que me resulta completamente ajeno, que forma parte de vidas ajenas. Incluso te diría que todas las cosas autobiográficas, los materiales que hay autobiográficos en el libro, han sido tan sobre-escritos y tan manipulados y tan desfigurados que yo muchas veces cuando releo el libro o partes del libro, muchas veces ya me cuesta distinguir cuales son las cosas en el libro que me pasaron realmente a mi y cuales son las cosas en el libro que podrían haberme pasado pero que no me pasaron nunca. De hecho por ejemplo yo hice un experimento muy interesante que fue que repartí el libro en mi familia, que se supone que me conocen, se supone, y por ejemplo mi padre me llamaba cada día por medio y me decía: “No, nada que ver, nada que ver con lo que vos escribiste, no fue así para nada”, y a los dos días me llamaba y me decía: “¡No puedo creer el nivel de detalle con el que te acordáste de esa escena!” y la escena que el me decía que me había acordado con gran detalle era una escena totalmente inventada y la escena que el me decía que yo había escrito de una manera completamente arbitraria era algo que había sucedido tal cual en la realidad. Entonces, digamos, a mi me interesa justamente lo autobiográfico cuando hay ese tipo de malentendidos. Cuando un libro dice “yo” de principio a fin y el que lee dice, bueno, este “yo” es el yo que coincide con el tipo que escribió el libro, me deja de interesar... ya me parece que se convierte en una especie de testimonio, ya no es ficción, ya no es literatura. Para que haya ficción y literatura me parece que tiene que haber esa especie de contaminación...
Francisco Abelenda: También hay algunos que ponen “Yo” y después escriben cualquier cosa también, aunque pongan su nombre propio, incluso, en el personaje, no?
A.P.: Si, si, por supuesto, quiero decir, la literatura básicamente es una especie de despliegue de máscaras, aun cuando uno dice “Yo” en la literatura y confiesa algo absolutamente secreto, ya hay allí un efecto de impostura, un efecto de máscara, un efecto de “yo estoy haciendo de yo” que me parece que desbarata cualquier idea de sinceridad, cualquier idea de verdad sincera en la literatura. No hay verdad en el sentido de la sinceridad en la literatura.
F.A.: Esta novela podría pensarse como una puesta en abismo del concepto de novela de iniciación, cada capítulo sería como una pequeña novela de iniciación dentro de otra más grande, ¿vos lo pensaste así o salió así?
A.P.: No, en realidad yo pensaba que más bien la novela contaba lo que pasaba con dos personajes una vez que se moría algo que ellos consideraban esencial que era la pasión que los unía, ya que más bien siempre pensé que la novela era como una novela “post”. No una novela de amor sino una novela de lo queda del amor, no una novela de la pasión sino de lo que queda después de la pasión, o sea una novela más bien sobre restos o sobre escombros de cosas, o sea que más bien yo diría que lo que tienen estos dos personajes, Rímini y Sofía, es que tienen como una iniciación muy extraordinaria en el amor que dura desde los 16 hasta los 29 años y después se quedan sin nada, porque todo lo que hicieron, todo lo que acumularon, todo lo que aprendieron, solamente podían invertirlo en ese mundo amoroso que habían formado juntos y una vez que se quedan sin ese mundo amoroso es como si estuvieran en bolas otra vez. Como si tuvieran que aprenderlo todo de nuevo.
F.A.: En la novela no queda muy claro por que estos dos personajes deciden separarse, que ve Rímini ahí, ya que parece ser una decisión de él más que de Sofía...
A.P: En la novela se cuenta un poco la historia de esa relación, después hay una especie de agujero y cuando volvemos ya se separaron. Para mi el momento clave del estallido de la relación es cuando Sofía y Rímini están en la cama medio durmiéndose y ella con esa lucidez un poco insolada que uno tiene cuando está a punto de dormirse lo mira a él y dice “Somos una obra de arte”. Para mi ese es el momento en que la relación ya no va más. Cuando el amor se vuelve una obra de arte me parece que ya esa relación solamente puede ser contemplada o solamente puede ser admirada, pero no pueden ya vivir adentro. Entonces para mi ese es en rigor el Big Bang, es el momento en que estalla esa relación, es una relación tan autosuficiente, tan perfecta, tan hermética, tan homogénea, tan autárquica, que me parece que como sucede con esas especies que llegan a un estado de perfección y después solamente pueden extinguirse. Me parece que eso es un poco lo que pasa con la pareja, llegó a un punto de perfección tal que lo que sigue es la extinción, es como una estructura que no puede cambiar, no tiene dinámica, no tiene aire adentro y para mi esa es un poco la razón, pero bueno, la novela no lo dice, no lo explica, pero yo tenía muchas ganas de que realmente después de describir durante 80 páginas una relación que parecía perfecta, pasara directamente a la separación.
Martín Pagés: Lo del personaje de Vera y sus celos es tremendo, que me pareció demasiado ya en la escena de la nenita en el restaurante, pero sabés que sentí cierta envidia porque yo, que fui maltratado por las mujeres toda mi vida, nunca tuve una novia celosa. Y yo tampoco soy celoso o sea que me parece una experiencia que por ahí me gustaría vivirla, no tanto a lo mejor...
A.P.: Por ahí te estás reservando esa experiencia para cuando ya estés lo suficientemente maduro (risas) Por ahí supiste evitar esa situación con mucha hidalguía...
M.P.: Hace poco una ex novia me escribió y me decía que se daba cuenta de que yo no podía ponerme celoso, justamente fue a cenar con un conocidísimo escritor que no vamos a nombrar porque es casado... (risas) o sea un rival difícil, a lo mejor, para mí. No puedo ponerme celoso ni aunque quisiera.
F.A.: Vos sabés Alan, que también te hemos criticado en otros programas, yo hacía un chiste diciendo que me hubiese gustado que me pasaras el original de El pasado para que yo lo corrigiera, sacarle algunas cosas, sobre todo. Cuando se lo comenté a Germán García esto en una charla que tuve con él, fue muy cómico lo que me contestó... Yo le dije: “no se, me molesta que se utilice en la novela tantas veces la palabra verga”
A.P.: Ah, mirá vos, no sos la primera persona que me lo dice... no sos el primer hombre que me lo dice...
F.A. : ¿a las mujeres no les molesta..?
A.P.: no, me parece que es una palabra que molesta mucho a los hombres.
F.A.: Entonces Germán García me contesta imitando un acento gallego: “Eso es porque te afecta el subconsciente!” (risas)
A.P.: Para mi verga es una palabra que me parece muy apropiada, tiene una cierta fuerza, me parece... la palabra verga es como una incrustación en los libros, digo, sobre todo cuando los libros están como muy escritos, como este, entonces en esa prosa así un poco enjoyada que tiene el libro, de repente que aparezca la palabra verga es como una incrustación de diamante. A mí siempre me gusta eso, me gusta que la prosa pueda transcurrir.
F.A. : A mí me parece que debe ser muy difícil decidir que palabra usar si uno quiere contar justamente eso, entonces yo decía, bueno, yo le sacaría esta parte, esta otra...
A.P.: Pero vos pensabas en utilizar eufemismos...?
F.A.: No, sacar directamente.
A.P.: Castrar.
F.A.: Si, castrar...
A.P.: ¡No hay que andarse con medias tintas! (risas)
F.A.: Otra cosa que me pareció genial de la novela es el personaje este Riltse...
A.P.: el pintor...
F.A.: me parecía tan real que incluso lo busque por internet para asegurarme de que era un personaje de ficción... y Graciela Avram, la mujer de Germán García, me dijo que Riltse era un anagrama de otro pintor, puede ser?
A.P.: Es el anagrama de Elstir, que es el pintor de En busca del tiempo perdido...
M.P : Acá en la página 32, expresamente para molestarme, tal vez, se nombra a Klimt, Schill y Kokoschka, que en una época de mi vida eran nombrados como próceres por una ex novia mía... la Secesión de Viena, etcétera, etcétera...
A.P.: Creo que esos pintores son totalmente generacionales, son de una generación de enamorados, yo fui víctima también de esa influencia... Son todos vieneses... Pero, bueno, Riltse es un anagrama del pintor de Proust, pero creo que no tiene nada que ver con el pintor de Proust, por supuesto, solo que hay momentos en los que uno necesita cuando escribe cierto truco para poner en marcha algo, para emplazar algo y después poder seguirlo y en ese momento yo necesitaba un nombre para un personaje de un pintor y se me vino a la cabeza el personaje de Proust, cambié un poco las letras y empecé a escribir el personaje de mi pintor con ese nombre y al cabo de 10 páginas ya por supuesto el pintor de Proust había pasado a mejor vida, no, pero bueno, quedó ese rastro y algunos lectores así, perspicaces, como la mujer de Germán lo ven, pero de todos modos yo creo que no hay ninguna fecundidad en la relación entre mi pintor y el pintor de Proust. Yo creo que el pintor de mi novela es más bien una mezcla, un poco vulgar, un poco flagrante, de Bacon, y alguien como puede ser Orlan, esta artista contemporánea que transmite en video sus operaciones de cirugía plástica...
F.A.: El sick art... el arte enfermo...
A.P.: Exactamente...
F.A.: Si uno tuviera que recomendar solamente una parte y no todo el libro El pasado, uno podría decir: no lea todo lo otro, lea solamente el capítulo del recorrido de la pintura de Riltse, El agujero postizo, que es increíble, no se puede parar de leer... Ahí realmente el libro me terminó de vencer.
A.P.: (risas)
En el programa suena de cortina la canción Les feuilles mortes de Ives Montand
F.A.: Hay una escena en la que un disco rayado de Ives Montand, con la canción Les feuilles mortes, que estamos escuchando ahora, suena sin parar pautando un momento importante de la novela, ¿existe en realidad ese disco rayado?
A.P.: No... Existe el disco, que es un disco clásico de la canción francesa y ese romanticismo clásico de la canción francesa fue en algún momento un ingrediente bastante frecuente en las ceremonias amorosas de mi juventud, pero no existe esa idea de que mientras la pareja está haciendo lo suyo suena un disco rayado, porque eso ya hubiera sido un mal signo. (risas) Uno tendría que haberse puesto a pensar: Mmm, acá hay algo que está pasando que no es exactamente lo que yo pensaba y la idea en esta escena de la novela es que nadie toca la púa para que el que disco arranque y siga la canción.
F.A.: ¡Están muy concentrados!!
A.P.: Están muy concentrados... o nadie se atreve ni siquiera a tocar eso... lo que es mucho peor, es como tener una relación casi reverencial con la catástrofe.
F. A.: Hay otra escena con música, que transcurre en el lobby de un hotel alojamiento, están pagando la entrada y una cascada de agua no permite escuchar si la música que suena es Detalles u otra de Roberto Carlos... Está Rímini con su hijo y con Sofía, que parecía estar muy fea...
M.P.: no, está mal, está pobretona parece, con una ropa medio rota...
A.P.: Está mal, Sofía tiene un costado mendigo de su personalidad, aún así, mendiga y todo logra arrastrar a Rímini a un hotel alojamiento y él está con su hijo y a su vez con el cochecito, tratan de entrar los tres y el cochecito a un ascensor que es muy chico y la luz es muy mala...
M.P.: ¡Qué cagada se mandó Rímini ahí! Es esa sensación como cuando sos chico y tirás un jarrón y te preguntás para qué habré movido el brazo...
F.A. ¿El final del libro tiene algo que ver con La ciudad de las mujeres, de Fellini?
A.P.: No, la verdad que no había pensado en eso, puede ser, no se, de hecho el nombre del personaje, Rímini, es el nombre de la ciudad donde nació Fellini... Que en realidad tampoco tiene nada que ver con Fellini pero necesitaba un nombre... Yo después me enteré de que hubo un libro como uno de esos manuales de autoayuda, para situaciones así de crisis existencial o afectiva que se llamaba Mujeres que aman demasiado, me enteré después...
F.A.: Otra cosa que me habían apuntado, acerca de El Pasado, es que el hecho de contar detalles sobre la masturbación es algo que se emparienta mucho con la literatura hecha por escritores homosexuales, Jaime Bayly hace un poco esto, Vallejo, etc...
A.P.: Pero la masturbación no es patrimonio de ninguna orientación sexual en particular...
F.A.: No, claro, pero la literatura de escritores heterosexuales en general omite eso...
A.P.: Puede ser..., creo que en el libro hay ráfagas que están escritas como por una mujer, otras por un gay, otras por un heterosexual mataputos, me parece que lo interesante de escribir es también eso, no?
F.A.: En tu novela Wasabi hay un personaje que cumple un rol parecido al de Riltse en El pasado, pero este sí es real.
A.P.: Klossowski
F.A.: Pierre Klossowski. ¿Tiene algo que ver con el personaje de Riltse en el sentido de punto de fijación en la novela?
A.P.: Si, puede ser... En Wasabi lo que el personaje principal quiere es matarlo a Klossowski, tiene una especie de idea fija, no es lo mismo que pasa en El pasado. De todos modos Klossowski es un personaje real, es un escritor que a mí siempre me gustó mucho...
F.A.: Autor de Roberte esta noche, un libro que editó Página 12 en su colección La sonrisa vertical, hace mucho tiempo...
A.P.: Exactamente, y es alguien que dejó de escribir, además, para convertirse en pintor, también, eso es curioso... Y es el hermano de un gran pintor que es Balthus.
F.A.: ¿Cómo era aquello de la “hospitalidad” en Klossowski?
A.P.: Klossowski suscribía las leyes de la hospitalidad que imperaban en la vieja Roma que consistían en que había que ser realmente un buen anfitrión de los extraños y ese anfitrionazgo incluía por supuesto la ofrenda de su mujer, en realidad yo creo que Klossowski era un depravado, el máximo depravado francés... y los franceses son muy sofisticadamente depravados... Klossowski era actor también, trabajó en películas de Bresson... es un personaje muy notable. Raoul Ruiz, que es un cineasta chileno, filmó, hizo una adaptación al cine de una novela de Klossowski, la película se llama La hipótesis de un cuadro robado, que es extraordinaria, es una gran, gran película.
F.A.: Se nos acab el tiempo..! Esperamos que en otro momento vuelva a visitarnos Alan Pauls y podamos hablar más y de otras cosas...
A.P.: Me encantaría hablar de medicina con ustedes, porque las enfermedades son para mi uno de los temas más apasionantes de conversación que puede haber... Yo soy hipocondríaco además... y quisiera debatir con ustedes algunas ideas que tengo sobre la hipocondría, básicamente... Yo pensaba siempre que a los hipocondríacos les gusta cambiar de enfermedad imaginaria porque piensan que cada enfermedad es una manera de percibir el mundo diferente. Creo que las enfermedades son como drogas, drogas naturales...
M.P.: Estás en el lugar indicado...
*Se autoriza la reproducción citando la fuente.
Comentarios
Muy buena entrevista para recordar una novela mejor.
Fue una buena idea subirla.
Saludos
Flor
Me gusta es "estilo" delos artículos de este blog, (aunqueno siempre coincida en algunas opiniones o sensaciones9, pero esta bueno. cariños Analía t