Aletea como una mariposa y ataca como una avispa...

Hace unos días vi uno de los mejores documentales de la historia del cine, When we were kings, que se centra en la pelea de boxeo más importante de todos los tiempos, entre Mohammed Ali y George Foreman, en Zaire, en 1974.

Allí vemos a un Ali, ya veterano con 32 años, como retador y a George Foreman, en la flor de la edad, como campeón del mundo.

La pelea fue muy significativa porque se realizó en África y se la rodeó de un gran componente político en tiempos de auge del Black Power, las Panteras Negras y la memoria de Malcolm X.

Alí había abrazado hacía poco tiempo la fe islámica y adoptado su nuevo nombre abandonando el de Cassius Marcellus Clay, que consideraba, como Malcolm X, un nombre puesto por los amos a sus esclavos negros.

Mohammed Ali había anunciado, con una verborragia jamás igualada, sus planes para recuperar la corona de Campeón Mundial de todos los pesos. El plan de pelea, explicado hasta el hartazgo por el retador, era que Alí bailaría alrededor del formidable pegador como un torero frente a un toro asesino enardecido. Bailaría sin parar y Foreman se desesperaría por atraparlo. Si George lo conseguía, Alí sería destruido con un par de golpes.

Llegado el día de la pelea nadie pensaba que Alí podría derrotar a Foreman. Hasta daba cierta pena imaginar como Alí debería tragarse todas sus bravuconadas mordiendo el humillante polvo de la derrota.

Pero la hora del combate llegó y la sorpresa se instaló en todos los que siguieron la pelea. Aquellos en el ring side como Norman Mailer y aquellos frente a una televisión en blanco y negro en la lejana provincia de Corrientes, como yo que sólo tenía unos pocos añitos de aficionado.

Alí en el primer round largó unos golpes como para humillar y enfurecer a Foreman, consiguiéndolo. A partir del segundo round Alí hizo todo lo contrario de lo que había anunciado. Se recostó en las cuerdas recibiendo un aparente duro castigo, pero resistiendo y esperando que Foreman se confiara y se encegueciera como si estuviera golpeando a una bolsa pesada. Mientras recibía los golpes al cuerpo Alí no dejaba de hablar a los oídos del toro salvaje diciéndole: "¿Oye George, eso es lo más fuerte que puedes golpear..? Creía que eras más duro, George..." y cosas por el estilo.

Pero de repente Alí pareció despertarse y con un jab directo al rostro del campeón signó el fin de la pelea. Una seguidilla de golpes llevaron al gran George Foreman a la lona por primera vez. Después del último golpe Alí evitó rematarlo siguiendo la caída de George lentamente con la diestra preparada pero sin pegar innecesariamente, con la elegancia que siempre lo caracterizó.

Así Alí recuperó el título y demostró por qué sería el más grande boxeador de todos los tiempos, por su genialidad en todos los sentidos posibles.

Volviendo a la política Argentina, me acordé de esta pelea al analizar los cruces de declaraciones entre el presidente Kirchner y el periodista Joaquín Morales Solá.

Tras soportar los embates de Joaquín durante muchos rounds, el presidente parecía estar recibiendo un duro castigo, pero de repente Kirchner parece despertar y lanza un solo golpe demoledor. Leyó publicamente una cita textual de Morales Solá en el diario Clarín en 1978 en la que elogiaba al general Jorge Rafael Videla. Devastador golpe y Knock Out del periodista que cae elegantemente a la lona.

Después Morales Solá denuncia una amenaza telefónica que suena tan inverosimil como innecesaria. Le dijeron por teléfono que deje de escribir en contra de Kirchner.
Que Kirchner ordene hacer eso sería como que Alí luego de tener a Foreman en la lona, saltara al ring side y buscara una silla para estrellarla sobre la cabeza de su vencido contendiente.

Inverosimil e innecesario.

En la foto vemos otra pelea memorable Cassius Clay vs. Sonny Liston, cuando la leyenda comenzaba...

Así en la política como en el box, así en la tierra como en el cielo...

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