Inland Empire por John Lake


Hola amigos del Blog de Siempre Libre, hoy publicamos una nota negativa sobre nuestra película favorita de nuestro amigo del Grupo de Cine John Lake. Creo que vale la pena leerla porque luego de su lectura dan más ganas de ir a verla. Me parece...

Saludos.

Francisco


A PROPÓSITO DE INLAND EMPIRE

Inland Empire, aquí llamada Imperio, es el último film de David Lynch estrenado en la Argentina. Película que tuvo a todos los cinéfilos impacientes por su fecha de estreno, y excitados y embelezados una vez que llegó comercialmente a las salas cinematográficas. Un poco empujado por las circunstancias y por los comentarios de algunos colegas: “¿Cómo no fuiste a ver todavía Imperio?”, me dirigí no con mucho entusiasmo al Village Recoleta, pues ésa era la mejor sala para apreciar la banda sonora. Las opiniones previas se referían principalmente a si les había gustado o no, cuánto habían gozado y también otras consideraciones como ser cuántas personas se habían retirado antes de la sala, si jugaban o no con los celulares y si el público hacía comentarios inapropiados y molestos durante la exhibición, todo lo cual no habla muy bien de la película.

Honestamente debo decir que Inland Empire me aburrió, me pareció soporífera y a cada rato estaba mirando el reloj para ver cuánto faltaba. No me dormí porque había tomado un par de cafés antes de verla. Tres horas son demasiadas para hacer una crítica a Hollywood y el cine mainstream. Y no es que no esté acostumbrado a ver películas de larga duración. Si nos referimos a obras maestras Fanny y Alexander de Ingmar Bergman me resultó mucho más atractiva e interesante. Ni hablar de La mirada de Ulises de Theo Angelopuolos, film que penetró mis sentidos profundamente y mereció una gran exégesis después de verlo. En otro terreno puedo citar el Molière, de la directora Ariane Mnouchkine, que recientemente presentó Les Éphémères en el Festival de teatro de Buenos Aires, que realiza una gran descripción de la trouppe teatral del autor y sus adaptaciones de la Commedia dell Arte en cuatro horas de duración. Hasta el planteo de Jacques Rivette, en La belle noiseuse, sobre si el arte tiene límites o no en su lucha por la verdad, la vida y los sentidos del pintor Frenhofer, me atrapó mucho más que el film de Lynch.

Inland Empire narra la historia de un director de cine que quiere realizar la remake de un film inconcluso hace más de 30 años debido a la muerte de sus protagonistas en circunstancias poco claras. Y no mucho más, porque a partir de allí comienzan los desbordes de Lynch y las múltiples interpretaciones que le puede dar el espectador a lo que está viendo en pantalla. De este modo el público se convierte en un partícipe activo y atento para sacar sus propias conclusiones. Así es como puede ser que Lynch nos esté contando el viaje por la psiquis de un director de cine o bien tratarse de los desdoblamientos de las distintas identidades de la protagonista. “Un film para ser apreciado desde los sentidos y no desde lo cognitivo” decían los entendidos, en concordancia con los postulados de Susan Sontag. Dispuesto a ello me senté en la cómoda butaca de la sala, pero las imágenes solo llegaron a la superficie de mi piel. “No importa”, me dije “me recomendaron mucho que disfrute de la banda sonora”. Pero Nina Simone aparece al final, por ahí hay una canción de Beck, de pronto suena Locomotion y me dije: “ojalá que no la corten”, pero la cortan. El resto es mucho Penderecki, que está muy de moda últimamente, como en otro momento lo estuvo Philip Glass. En fin, nada extraordinario.

Desde el inicio cuando muestra el título en letras mayúsculas en clara referencia al cartel de Hollywood, con ese haz de luz fuera de campo que lo recorre y que no sabemos de dónde proviene, nos dice que nos va a mostrar los efectos y no las fuentes.


A pesar de lo dicho el film puede ser también analizado desde lo racional. Lleno de texturas, los colores cobran importancia en manos de Lynch, reconocido pintor. Los cuadros abundan en sus películas y la elección y la ubicación tienen una razón de ser. No son puestos al azar o meramente decorativos. Merece particular atención el perfil de una hermosa mujer que se contrapone con el de la protagonista. Lynch en esa escena mantiene el mismo plano por unos cuantos segundos pudiéndose apreciar el gran trabajo de iluminación. Los personajes con cabezas de conejos son una crítica a los sitcoms, con la risa del público incorporada, o bien puede tratarse de un guiño interno a su pasado por un experimento anterior. Las frases que se repiten – yo soy bueno con los animales – o - las acciones tienen sus consecuencias – ¿son simples juegos de palabras o apuntan a algo más profundo? Película que habla mucho de los dispositivos del ver y de la mirada. “Me pareció que había alguien” dice Jeremy Irons. La mujer-espectador que mira permanentemente la TV como clara alusión a lo que el cine de Hollywood nos quiere hacer ver. Para Lynch el Imperio es Hollywood, corrompido, con sus estrellas prostituidas (prostitutas que caminan por la vereda de las stars); un dispositivo como el encendedor de plástico; una enorme maquinaria que quiere imponer gustos y costumbres.

La muerte de la protagonista merece algunas consideraciones. El director la hace morir en presencia de una china y un negro o sea lo que él considera el otro Hollywood, lejos de las luces de neón y los brillos, lo que está al margen. Pero ¿quién es la que muere, la protagonista, su personaje en el film o parte de su personalidad? Me quedo con esta última, es el glamour de Hollywood que hay en ella lo que desaparece.

También podríamos observar que la estructura del film es muy cortazariana. Al llegar a una encrucijada cambia el rumbo de la historia. Puede ser el cruce de dos calles o al abrirse una puerta. Sin ir más lejos, en el cuento Lejana, Cortazar contrapone las vidas de una mendiga de Europa oriental con una aristócrata haciendo un juego de palíndromos, donde queda a criterio del lector interpretar si se trata de la misma persona o no.

Polémico, vanguardista, desbordante, barroco, Inland Empire se excede en el metraje para exponer sus argumentos y a decir verdad tres horas con Laura Dern en la pantalla is too much.


Consejo: No lleven enemigos porque pueden perderlos…

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