¿Está el comiserio?

Si hay algo que me resulta casi intolerable de toda la parafernalia opositora es su falta de estilo, su inocultable vulgaridad. Pero hasta ahora no había encontrado que en los medios se ocuparan de la pobreza intelectual de los nuevos referentes de la derecha argentina. El pais a principios del siglo 20 y fines del 19 tuvo gobiernos marcadamente elitistas y oligárquicos, sin embargo esta elite, lejos de la turba bochinchera y ladina que repudiaban, pudo cultivar un refinado espíritu. Por eso de este sector emergieron grandes intelectuales, músicos y escritores. Jorge Borges y Adolfo Bioy son dos ejemplos interesantes. Además dejaron el legado de mágníficos edificios y el paso por Buenos Aires de lo más excelso de la lírica mundial.
¿Qué decir entonces de Macri y De Narvaez?
Mejor que seguir con estas cuartillas me parece transcribir el pequeño pero imperdible artículo al respecto que publica hoy nuestro querido amigo Mario Wainfeld en Página 12.
Con ustedes...
Distintas clases de conducta
Por Mario Wainfeld
Dos emergentes representativos del empresariado ocupan la marquesina política. Mauricio Macri tiene más trayectoria, más capital acumulado: gobierna un distrito importante, en base a una amplia mayoría. Francisco de Narváez viene en ascenso y son altas sus virtualidades en los próximos comicios. Comparten, amén de sus previsibles posturas ideológicas, signos identitarios de la clase en la que nacieron en cuna de oro. A diferencia de ciertos patricios de la generación del ’80, los colegas de Silvio Berlusconi no sobresalen por su versación ni por su cultura general. “Mauricio” dispone de un vocabulario digno de un chico de cuarto grado, dice “habría” cuando corresponde decir “hubiera”. De ordinario, no puede expresarse si no ha sido guionado por expertos. De Narváez, que está rodeado de una pléyade de publicistas creativos y “da bien” en elaborados anuncios publicitarios, no se distingue tanto de su compañero PRO cuando se expresa en otros registros. Hasta ahora, sus asesores no le han comentado que los establecimientos donde atienden los comisarios no se llaman “comisería”, como le gusta expresar. Tamañas limitaciones, excusables en otros casos, chocan en personas que disponen de riquezas enormes, que otros supieron acumular. Pero no desentonan con la media de la dirigencia empresaria autóctona cuya chatura intelectual es un dato raramente subrayado. Hay excepciones, claro, como los Rocca de mayor edad o el austríaco Víctor Klima, pero son muy contadas.
Es lógico, entonces, que el discurso de la clase patronal frente al colapso económico mundial y a la política económica local tenga muy poca miga conceptual. Sus manejos y sus slogans hablan por ellos y no hay mucho más. Héctor Méndez, el titular de la Unión Industrial Argentina (UIA), es un gesto en sí mismo. Su asunción marca un distanciamiento con el oficialismo al que tildó de “ex industrialista”. El dicharachero pope de la FIAT, Cristiano Rattazzi, es otro ejemplo sintomático. Fervoroso apologista del menemismo, devino ahora un crítico de la idea de “vivir con lo nuestro”, justo cuando ésta cunde en el mundo. Sus motivos son evidentes, defiende las incumbencias de la multinacional a la que pertenece cuyas estrategias no hacen centro en la Argentina. La débacle económica es global, las reacciones estatales son domésticas, las estrategias de las multi toman muy en cuenta la diferencia entre sus países de origen y otros de adopción, en detrimento de éstos. Rattazzi escamotea ese punto, que es el núcleo de sus manejos, y despotrica contra el proteccionismo del Gobierno, muy similar al que se ejercita en cualquier país del orbe.
La buena estrella de Mauricio y Francisco, su pobre bagaje conceptual “hacen juego” con corporaciones patronales ajenas a un proyecto integral de país que sólo piensan en sacar tajada de la contingencia. Un objetivo de máxima, la devaluación, expresa casi todo su imaginario. Un recurso perverso, las amenazas de despidos blandidas como recurso de poder, cifra su metodología.
Esa pseudo burguesía se plegó a proyectos que hicieron crema al país y a buena parte de ellos mismos, nada escarmentaron de esa experiencia. Una atmósfera de distanciamiento del oficialismo es su media, en la cúpula de la Asociación Empresaria Argentina (AEA) se mecha con sondeos acerca de disrupciones institucionales, hipótesis no positivas que se discurren con protagonistas que cabe imaginar.


Comentarios

Anónimo dijo…
Las candidaturas testimoniales se podrían aplicar a casos técnicamente legales como, verbigracia, que Cristina Fernández de Kirchner sea candidata a senadora nacional, prometiendo de antemano no dejar el Ejecutivo para asumir su banca, en caso de resultar triunfadora.

De tal manera la Presidenta se comprometería a dar testimonio de su propio gobierno, en busca de garantizar su propia gobernabilidad.
Por supuesto, Anónimo!
Estaría bueno además, pero imaginate a la prensa y la oposición lo que diría en un supuesto así!
Es totalmente legítimo (y se ha dado casi siempre desde que hay reelección) que un presidente haga campaña electoral.
Anónimo dijo…
SR. ABELENDA: como responsable de este sitio solicitamos a Ud., nos responda el modo de contactarnos con JOHN LAKE. Gracias
VELOSO dijo…
Muito bom seu blog valeu!

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