¿No hay alternativa?
¿En qué estoy pensando?
Estoy pensando, estimado Facebook, en que el plan de Massa es un plan de ajuste conservador clásico, tal vez más prolijo, más serio, con más volumen político y dejando caer algunas migajas para que se alimente el movimiento nacional y popular.
Este plan tiene además una particularidad inquietante, es apoyado con mayor o menor entusiasmo, pero apoyado al fin, por Cristina Kirchner, Máximo Kirchner, La Cámpora, Axel Kicillof, el Chivo Rossi y otros representantes de un espacio que defendimos con pasión durante los doce años de kirchnerismo, los cuatro años de oscuridad macrista y los dos años de pandemia y desconcierto.
Ante este escenario se plantea la pregunta de qué hacer, una pregunta que recorre nuestra vida política desde que vimos por primera vez aquel libro de Lenin.
¿La realpolitik se impone, la correlación de fuerzas desfavorable instala el posibilismo por sobre él decisionismo kirchnerista?
Leyendo a Mark Fisher en su libro “Realismo capitalista” entendemos o empezamos a entender todo. Cuando Margareth Thatcher dijo ”no hay alternativa” y que iban no sólo por las mentes sino por los corazones sabía lo que decía.
Recién veía un viejo video de Enrique Pinti en los 90 diciendo que los militares de la dictadura mataron a toda esa gente “al pedo”.
Lamento, Pinti, que no haya sido “al pedo”. Lamento que su empresa haya sido exitosa. Lamento que gracias a que en la dictadura mataron a toda esa gente valiosa el peronismo afrontara las elecciones desdibujado, por lo que el radicalismo pudo llegar al gobierno en 1983 y diera lugar al proceso que fue llamado ”modernización”, dando así paso a que luego fuera posible el menemismo, con la entrega de todo lo que hasta entonces había sido sagrado.
El kirchnerismo fue una anomalía fruto de la crisis del 2001 y con él parecía que se podía discutir la conformación del sentido común. Pero no, lograron agruparse, crear un partido y llegar al gobierno, no sólo al Poder, que eso ya lo tenían.
Y así fuimos perdiendo la disputa por el sentido común hasta hacernos aceptar hoy que, como diría Thatcher, “no hay alternativa”.
¿No la hay?
PS: la periodista Míriam Mariotto, cuyas opiniones en un numeroso grupo de whatsapp de comunicadores de algún modo motivaron esta entrada, piensa que sí
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