Acheronta atropos
Desde hace un tiempo que no escribo en el Blog por varios motivos. Uno de ellos fue el resultado de las elecciones del 28 de junio que fue bastante triste para los que pensamos diferente al 70 por ciento del "electorado". Pero acá estamos.
En el ínterin seguí viendo películas, escuchando discos y leyendo libros.
La última película que vi rompió mi letargo de tal modo que acá estoy de nuevo, apasionado por una de las mejores películas que vi en mi vida, Let the right one in. La había visto hace un tiempo que andaba por ahí pero no me pareció que valiera la pena ver una película sueca de vampiros. Parecía como ver un western italiano... Para mi sorpresa aparece en la tapa de el último número de El Amante/Cine y entonces dije, bueno, si.
En este número Diego Trerotola escribe una crítica extraordinaria relacionando la película con el tema del doble y bueno, ese tema para mi, ya se sabe, como diría Cortazar... Una vez escribí, hace ya 12 años, un artículo bastante rudimentario sobre el tema del doble y lo siniestro. Salió publicado en una revista de La Plata con el nombre ampuloso De lo ominoso a la extimidad y pretendía trazar una relación estructural entre tres conceptos, el del Doble en el sentido del Doppelgänger alemán (doble fantasmal, como una duplicación de uno mismo que anda errando por el mundo), lo Siniestro que se traduce también como lo Ominoso (el término freudiano de Unheimlich) y por último un neologismo lacaniano que es la Extimidad (un elemento de un conjunto que se sale de él pero que de alguna manera lo constituye) En fin, mi artículo no era más que una excusa para introducir una serie de obras literarias en las que este tema del Doble y lo Siniestro ocupaban un lugar importante. Ahí citaba a El Horla de Maupassant y a La Hierba Roja de Boris Vian. Si bien lo escribí hace muchos años es recién ahora, después de ver esta película que todo esto cobra sentido.
La película comienza con una imagen del niño Oskar reflejada en el vidrio de una ventana a través de la cual el ve llegar en un taxi a una niña con un adulto que van a instalarse a vivir en su mismo edificio. A Oskar lo vemos a través de su reflejo, un reflejo a su vez transparente y por lo tanto fantasmal. Luego la película se sucede en varios ejes, la niña Eli y su vampirismo, la relación de Oskar con Eli, el calvario de Oskar en su escuela acosado por una bandita de niños crueles como sólo pueden ser los niños crueles, la relación de Oskar con su padre y por último el amor.
Let the right one in podría ser una película perfecta, salvo por algunos planos subrayados en los que vemos a Eli con un aspecto ligeramente envejecido, como si hiciera falta recordarnos que sobre ella, también, recae el peso del tiempo.
Pero obviando este recurso que cuestiono porque no está en linea con la genialidad que tiene en el manejo del fuera de campo, la película sí es perfecta. Porque todas y cada una de las decisiones estéticas son acertadas, porque los dos personajes son entrañables, porque son dos víctimas a quienes queremos proteger, porque sobre ellos sobrevuela la pedofilia (sugerida por los personajes del padre de Oskar y el protector de Eli) y porque, como si el autor hubiera leído el artículo de Freud sobre lo Siniestro, hay una extraña familiaridad en eso que nos estremece, porque ahí donde debe estar lo más íntimo de nosotros se esconde el infierno con su legión de demonios, pero no un infierno donde reina Satanás sino uno donde reina cada uno de nosotros.
Dejemos entrar al indicado.
En el ínterin seguí viendo películas, escuchando discos y leyendo libros.
La última película que vi rompió mi letargo de tal modo que acá estoy de nuevo, apasionado por una de las mejores películas que vi en mi vida, Let the right one in. La había visto hace un tiempo que andaba por ahí pero no me pareció que valiera la pena ver una película sueca de vampiros. Parecía como ver un western italiano... Para mi sorpresa aparece en la tapa de el último número de El Amante/Cine y entonces dije, bueno, si.
En este número Diego Trerotola escribe una crítica extraordinaria relacionando la película con el tema del doble y bueno, ese tema para mi, ya se sabe, como diría Cortazar... Una vez escribí, hace ya 12 años, un artículo bastante rudimentario sobre el tema del doble y lo siniestro. Salió publicado en una revista de La Plata con el nombre ampuloso De lo ominoso a la extimidad y pretendía trazar una relación estructural entre tres conceptos, el del Doble en el sentido del Doppelgänger alemán (doble fantasmal, como una duplicación de uno mismo que anda errando por el mundo), lo Siniestro que se traduce también como lo Ominoso (el término freudiano de Unheimlich) y por último un neologismo lacaniano que es la Extimidad (un elemento de un conjunto que se sale de él pero que de alguna manera lo constituye) En fin, mi artículo no era más que una excusa para introducir una serie de obras literarias en las que este tema del Doble y lo Siniestro ocupaban un lugar importante. Ahí citaba a El Horla de Maupassant y a La Hierba Roja de Boris Vian. Si bien lo escribí hace muchos años es recién ahora, después de ver esta película que todo esto cobra sentido.
La película comienza con una imagen del niño Oskar reflejada en el vidrio de una ventana a través de la cual el ve llegar en un taxi a una niña con un adulto que van a instalarse a vivir en su mismo edificio. A Oskar lo vemos a través de su reflejo, un reflejo a su vez transparente y por lo tanto fantasmal. Luego la película se sucede en varios ejes, la niña Eli y su vampirismo, la relación de Oskar con Eli, el calvario de Oskar en su escuela acosado por una bandita de niños crueles como sólo pueden ser los niños crueles, la relación de Oskar con su padre y por último el amor.
Let the right one in podría ser una película perfecta, salvo por algunos planos subrayados en los que vemos a Eli con un aspecto ligeramente envejecido, como si hiciera falta recordarnos que sobre ella, también, recae el peso del tiempo.
Pero obviando este recurso que cuestiono porque no está en linea con la genialidad que tiene en el manejo del fuera de campo, la película sí es perfecta. Porque todas y cada una de las decisiones estéticas son acertadas, porque los dos personajes son entrañables, porque son dos víctimas a quienes queremos proteger, porque sobre ellos sobrevuela la pedofilia (sugerida por los personajes del padre de Oskar y el protector de Eli) y porque, como si el autor hubiera leído el artículo de Freud sobre lo Siniestro, hay una extraña familiaridad en eso que nos estremece, porque ahí donde debe estar lo más íntimo de nosotros se esconde el infierno con su legión de demonios, pero no un infierno donde reina Satanás sino uno donde reina cada uno de nosotros.
Dejemos entrar al indicado.
Comentarios
Y respecto a tu desazón por los resulados de las elecciones, no te preocupes, sufriste el típico traumatismo de los progres de libro...te chocaste con la realidad!!!(chiste).
Actualizá la página, se te extraña.
Mechi