El Hijo de Rambow

Han pasado meses sin que escriba en el Blog y creo que es el momento de recomenzar.

Hoy comienzo con la película que vi anoche, El hijo de Rambow.

Hacía mucho tiempo que no veía una película que me emocionara como esta. Esto no quiere decir nada porque uno se puede emocionar por cualquier cosa, depende de lo que le ande pasando o de las fibras íntimas que la película toque. Yo por ejemplo me emocioné mucho con Mi pobre angelito, lloré incluso, porque rememoró cuando era niño y mis padres se olvidaban de mi en casa de sus amigos. Era algo que pasaba bastante seguido y como yo era muy tímido no me animaba a avisar hasta que se dieran cuenta de que yo faltaba.

Pero esta película, El hijo de Rambow, además de emocionarme por causas inescrutables, tiene todo lo que tiene que tener el cine que a mi me gusta: buenas actuaciones, excelente construcción de los personajes, buena historia, desfase temporal, irreverencia, humor, algo de melancolía, buena música, y todo esto ensamblado de manera precisa.

Se trata de la historia de un niño de alrededor de 12 años, Will Proudfoot, huérfano de padre, hijo de una familia de cuáqueros o algo parecido, que vive inmerso en un mundo de fantasía y soledad, y su encuentro con otro niño, algo mayor, Lee Carter, un sabandija inolvidable, que le cambia la vida y le abre un mundo inesperado y feliz.

Es una película que está ambientada a principios de la década del 80, con una ambientación sobria y un gran despliegue visual que incluye técnica de rotograbado (pintado sobre las imágenes), dibujos fascinantes y una fotografía conmovedora.

En la mejor tradición del cine de niños sin adultos, a la manera de Stand By Me, Melody y algo de Rushmore, Son of Rambow rescata al cine inglés del mal gusto entronizado por películas como Muerte en un funeral.

Lo que sorprende es que en Argentina los distribuidores sean tan torpes como para no darse cuenta de que esta película tenía que haber sido estrenada en salas.

Y bueno, nos tenemos que contentar con que se estrenen bodrios como 4 minutos o Babel.

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