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Mostrando las entradas de abril, 2010

Anticonstitucionalísimamente

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Durante mucho tiempo, de niño, mis principales lecturas fueron el hispanísimo Diccionario Enciclopédico Hispano-Americano y los libros de Monteiro Lobato de la serie que transcurre alrededor de los personajes de la Quinta del Benteveo Amarillo. En una de las aventuras relatadas por el gran escritor brasileño en su famosa saga, la familia de Doña Benita viajaba al país de la Gramática. En ese país llamaba la atención un gran monumento a la palabra más larga de la lengua: anticonstitucionalísimamente. Honda fue mi decepción al comprobar que esa palabra no figuraba en mi otra fuente de lecturas predilecta. Ya se sabe que mi género preferido siempre fue la enciclopedia, así que atribuí el error a la traducción del libro de Monteiro Lobato, del portugués al castellano, por Ramón Prieto, el legendario adalid desarrollista, quien eligió en la traducción mantener esta palabra, presumiblemente por las resonancias políticas que en ese momento histórico(la década del 50) eran necesarias. H

Los profetas del odio

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Hoy por la tarde, pensando y pensando, fui a parar a mi biblioteca y por esas cosas de la polisemia, o como se llame a la casualidad que nos lleva a dar con lo inesperado, me encontré con un viejo libro de Arturo Jauretche, Los profetas del odio , editado en 1956. El movimiento que en 1955 llevó al golpe militar contra el gobierno de Juan Perón tuvo de todo, militares liberales, comunistas, gente común de clase media, periodistas... Sin embargo, contra lo esperable, como lo advierte Jauretche en su entrañable libro, la Revolución Libertadora (como se autodenominó) contaba con una pléyade de intelectuales que ponían sus ideas, sus voces y sus textos al servicio de la Fusiladora (como la llamaron sus víctimas). Ezequiel Martinez Estrada, Eduardo Mallea, Jorge Luis Borges y hasta Ernesto Sábato se pusieron al servicio del gobierno de facto y, sobre todo, colaboraron ampliamente para generar las condiciones y el marco conceptual que permitieron el golpe. Es sorprendente cómo los escritos d

¿Vana esperanza?

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La crisis del gobierno de Cristina Kirchner a poco de asumir y con el voto contrario al gobierno del vicepresidente de la Nación en la batalla por las retenciones móviles dejó el sabor amargo de lo que se avizoraba como una debacle para el proyecto iniciado por la presidencia de Néstor Kirchner en 2003. Poco a poco una carga mediática desmesurada e inédita dejó la sensación de que se trataba de una pérdida de prestigio irremontable y que los años que quedaban de gobierno para Cristina serían un calvario para un gobierno carente en absoluto de influencia en la opinión pública. Las elecciones de junio de 2008, con la derrota de Néstor Kirchner en la provincia de Buenos Aires, siguieron en ese camino desolador para las huestes oficialistas. A partir de ese momento se instaló en la sociedad una idea curiosa: los únicos adherentes al proyecto kirchnerista eran militantes rentados (a bajo precio con el famoso choripán), los cambiantes barones del conurbano, algún piquetero exaltado atado a l